El 24 de febrero de 2013 comenzaron a cambiar las
cosas en Michoacán. Ciudadanos vejados por el crimen en los modos más
siniestros decidieron formarse y surgir en lo que habrían de ser
conocidos como grupos de “autodefensas”. A partir de ese día se
organizaron para defender su vida a través de la vía armada y la
comunicación entre sus comunidades. Nadie imaginaba entonces que
lograrían reducir y acorralar en gran medida a su enemigo, una
organización criminal extendida como el peor de los cánceres, sin nada
que le detuviera durante años y años, modificando, de raíz, la
estructura política y social del estado, asentada plenamente en la
corrupción, el crimen, la avaricia, la hostilidad atroz, la impunidad y
toda clase de abusos y delitos.
Uno de sus más visibles líderes, si no el que más,
proveniente de Tepalcatepec, se dio a conocer en junio de ese año a
través de un video donde explicaba: “El problema empezó cuando los
narcotraficantes empezaron a explotar a la comunidad: empezaron a
cobrarles cuotas, derecho de piso, permiso por vivir, desde el señor que
se mantiene vendiendo jitomates en el mercado a los grandes empresarios
que tiene nuestra región (…) Ninguna autoridad pudo cumplir con su
función porque todas las autoridades, tanto municipales como estatales y
federales eran parte de estos cárteles o estaban en su nómina (…) La
situación empeoró cuando estos señores, no tan sólo con quitarle el
dinero a la gente de la más jodida hasta la más acomodada, empezaron a
meterse con la familia, empezaron a violar niñas de once y doce años;
nada más en mi secundaria, motivo por el cual yo soy parte del consejo
ciudadano (de autodefensas), en el mes de diciembre (de 2012) fueron
violadas 14 niñas…”.
El relato, cruento, continuaba. Era claro y
conciso. El sentido común podía percibir el dolor y el hostigamiento
propios de una intensa guerra y las formas más brutales y deshumanas en
que opera el crimen en México. En pocos días, debido a la extraordinaria
capacidad de comunicación de este líder, el video llegó a medio millón
de vistas. En enero de 2014, casi un año después de la formación de
autodefensas, el propio Gobierno Federal le daría la razón a este
ciudadano y médico, llamado José Manuel Mireles, reconociendo la
inseguridad y vulnerabilidad de la sociedad michoacana ante el cártel de
los “Templarios”, nombrando a un comisionado para resolver el tema y
confirmando la propia ineptitud y complicidad, que se tradujo en, por
ejemplo, un gobernante vinculado directamente al crimen, como se probó
de Jesús Reyna, ya consignado, sustituto en el más alto cargo de la
entidad durante medio año entre abril y octubre de 2013 de Fausto
Vallejo, también ya relegado por cuestiones de salud en la versión
oficial. Han sido documentadas, además, importantes tareas para el
narcotráfico que sostuvo su hijo Rodrigo Vallejo aprovechando la
influencia de su parentesco.
Desde que se dio a conocer ante la opinión pública,
y mientras hacía avanzar, junto a cientos y miles, a las comunidades
michoacanas hacia su seguridad y pacificación, Mireles ha recibido
hostigamiento y un uso discrecional y parcial de la justicia desde las
esferas más altas del Gobierno mexicano. El 28 de octubre denunció en el
programa radiofónico de Carmen Aristegui que un General del Ejército lo
amenazó de muerte y además el "Ejército nos pidió ir desarmados (el día
anterior) a Apatzingán, pero nos dispararon desde la catedral". No
obstante el acoso, el avance de autodefensas era implacable por la
urgencia de seguridad y el acogimiento de las comunidades donde surgían y
se presentaban. El 18 de diciembre tomaban control de Múgica, Parácuaro
y Zicuirán. El 29, tres días antes de iniciar 2014, de Churumuco.
El 4 de enero, Mireles quedó gravemente herido,
después de desplomarse la avioneta en que viajaba. La investigación que
inició la PGR no ha arrojado ningún resultado sobre el incidente. Un día
después era trasladado a Morelia, donde se suspendían ese día las
corridas a Buenavista Tomatlán, Apatzingán, Tepalcatepec, Coalcomán y
Arteaga, debido a bloqueos e incendios en las carreteras, acción
recurrente del narcotráfico en la región. Con casi la cuarta parte de
los municipios de Michoacán en su poder (al día de hoy controlan
alrededor de 35 municipios), los autodefensas se consolidaban. En su
último discurso previo al desplome de la avioneta, Mireles había dicho a
la población de Churumuco y Poturo que “no hay que correr, los únicos
que tienen que correr cuando nos ven a nosotros y al Ejército son los
desgraciados malandrines, y nosotros no somos malandrines, somos un
pueblo cansado de tantas estupideces y que nos estamos defendiendo,
nosotros no corremos, ustedes no tienen que correr, a nadie le tienen
que correr”. El 9 de enero volvían los narcotraficantes a incendiar
camiones y manifestarse contra los autodefensas.
El 13 de enero, en ausencia de Mireles,
hospitalizado en ciudad de México, Hipólito Mora, otro fundador de estos
grupos en La Ruana, declaraba que Apatzingán "ya está cercadita (...)
La queremos tomar (...) Será en estos próximos días". Se refería a que,
con Aquila, Coalcomán, Chinicuila, Nueva Italia, Parácuaro, La Huacana,
Tancítaro, Tepalcatepec, Buenavista y Aguililla en sus manos,
Apatzingán, uno de los principales bastiones económicos y con elevada
presencia del narcótrafico en Michoacán, quedaba geográficamente aislada
e incomunicada por completo.
El día siguiente, el 14, a punto de cercar ahí a
los “Templarios”, y obtener para su control esta ciudad, fue detenido el
avance de autodefensas por el Ejército. Una hora antes de que López
Dóriga difundiera en Televisa un fragmento manipulado del doctor Mireles
afirmando que dejarían las armas –desmentido al día siguiente-,
comenzaron enfrentamientos entre el Ejército y los autodefensas, dejando
un saldo de 7 a 12 muertos. El Universal publicó que, en Parácuaro, el
cártel de “Templarios” y el Ejército atacaron, juntos, a los
autodefensas. En otros poblados, el Ejército disparó indiscriminadamente
contra civiles, asesinando a 4 (entre ellos, una niña). En uno y otro
lado, la ciudadanía desarmada, pero favorable a los autodefensas, salía a
manifestarse contra la presencia de los militares; en Nueva Italia la
presión popular los expulsó y en Buenavista detuvo su entrada.
Como consecuencia a la reacción social, al día
siguiente el Gobierno dio un giro completo a su estrategia, se reunió
con líderes de autodefensas, el Ejército devolvió las armas que habían
retirado a autodefensas y solicitó coordinarse con ellos. Además,
fuerzas federales tomaron Apatzingán, donde el gobernador Fausto Vallejo
arribó para despachar unos días desde ahí.
La fuerza de los autodefensas ya era evidente, lo
mismo que el intento fallido del Gobierno por derrotarles militarmente, a
punto de tomar Apatzingán. Un autodefensa declaró en esas fechas que
contaban 25 mil hombres armados, pero ‘‘la realidad es que, en una
situación de emergencia, en menos de 15 minutos al menos contamos con un
ejército de unos 140 mil elementos". El impulso del crimen, sin
embargo, no menguaba. El 16 de enero se reportaron balaceras en cinco
puntos de Morelia, ciudad acostumbrada a este tipo de hechos desde el 15
de septiembre de 2008 en que se efectuaron actos terroristas contra la
población civil en plena ceremonia del Grito de Independencia en el
Centro Histórico que dejó, con la explosión de granadas, 7 víctimas
mortales y más de 130 heridas.
Mireles continuaba en rehabilitación médica. Al
desmentir la versión de López Dóriga en Televisa, le fue retirado el
apoyo de los federales que le protegían. Al Gobierno parecía no haberle
gustado que contradijera la línea oficial y sentenciara: "Jamás voy a
convocar al desarme al menos que se cumpla las peticiones que hemos
hecho desde hace diez meses" (la captura de los principales jefes de los
“Templarios” y garantías de seguridad y paz para el estado). Mientras,
el comisionado federal Alfredo Castillo, responsable de la investigación
en 2010 sobre la muerte de la niña Paulete en Estado de México entre
otros hechos turbios en su haber, y político muy cercano desde entonces a
Enrique Peña Nieto, comparaba su trabajo en la región con la del
entrenador de futbol Pep Guardiola.
El 23 de enero la periodista Lydia Cacho resumía:
“Después de dos sexenios, en junio pasado de 2013, por primera vez el
pueblo tuvo una kermés, hubo teatro y poesía al aire libre, el pueblo
unido celebró vivir sin miedo. El gobierno federal podrá contar
historias falsas, amenazar al doctor Mireles con arrestarlo si no
obedece las órdenes de la Segob” pero lo cierto es que la vida de las
“personas que habitan los pueblos protegidos por estos autodefensas
sienten, por primera vez, que la tierra es suya al igual que su
libertad.” (Sin Embargo)
El 26 los autodefensas tomaron Cutzato, Jucutacato
(del municipio de Urupaan), Caratacua (municipio de Gabriel Zamora) y
San Juan Nuevo Parangaricutiro.
El 11 de marzo, el Gobierno detuvo a Hipólito Mora,
relevo de Mireles y líder más visible entonces de los autodefensas.
Recuperar ranchos para los “Templarios” y destruir el liderazgo de
quienes no se subordinaban al Gobierno habrían sido los objetivos de la
órden de aprehensión contra Mora, supuesto responsable de homicidios, de
acuerdo a una fuente del grupo antagónico a él (ex-templarios)
consultada por el documentalista Mario Mandujano. El 30 de marzo, el
Gobierno detuvo a Enrique Hernández Saucedo, líder de autodefensas de
Yurécuaro, y otros 16 de su grupo. "Gloria, todo fue una trampa, nos
llevan detenidos a Morelia", fueron sus palabras en el momento posterior
a su retención por presuntos enviados de Alfredo Castillo, vestidos de
civiles, de acuerdo a la versión de su esposa. Hernández Saucedo fue
intensamente torturado, como asentó la CNDH, y se le dictó auto de
formal prisión por homicidio.
El 14 de abril, Mireles ya se encontraba en
Michoacán, más estable de salud, y se dirigía, a través de Grillonautas,
a la sociedad: "Esta clase gobernante gana 500 veces más que cualquier
trabajador y está desvinculada con el pueblo, a quien debería servir
(...) hacen las leyes que sólo sirven a sus intereses”.
El 28, Castillo inició lo que llamó el “desarme” de
los autodefensas. En realidad, se implementó un procedimiento –acordado
con las propias autodefensas para depurarse- para registrar sus armas y
conformar “Policías Rurales”. A Mireles se le negó el acceso a la
“Policía Rural” y se le hizo a un lado de la “coordinación” entre el
Gobierno y los autodefensas.
El 9 de mayo, Castillo vinculó públicamente a
Mireles con el homicidio de 5 personas, horas después de ser difundido
el falso rumor de su destitución como autodefensa, y publicar un video
muy viralizado en que se dirigió directamente a Peña Nieto. El dicho de
Castillo no prosperó legalmente; ni siquiera hubo investigación al
respecto.
El 14, Alejandro Solalinde, Javier Sicilia y
Mireles, entre otros, lanzaron la campaña #TodosSomosAutodefensas. El
16, se le revocó auto de formal prisión a Hipólito Mora para después ser
liberado. Nunca existió prueba alguna de los delitos de homicidio que
se le imputaron. El 28, Hipólito Mora se encontró con Mireles y otros
líderes sociales disidentes en el Encuentro Nacional de Autodefensas, en
ciudad de México.
El viernes 27 de junio culminaron los esfuerzos del
Gobierno por desactivar a Mireles y éste fue detenido en La Mira, junto
a otras 82 personas, incluyendo menores de edad y decenas de civiles
que nada tenían que ver con los grupos de autodefensas. Castillo aseguró
que se encontraron, en su camioneta, “14 armas, 200 cartuchos, 4 bolsas
de marihuana y 1 de cocaína”. Se le adjudicaron los delitos por
portación de armas de fuego sin licencia y droga, y se le ingresó a un
penal de máxima seguridad en Sonora.
Redacción Párpado