5.3.15

Secret Cinema

Existe un secreto a voces en Londres. Se habla de un cine, pero conceptos como fiesta de disfraces, happening, concierto o paseo turístico, salen a colación. Nadie concibe qué es realmente el evento hasta que se vuelve parte de él; y lo mejor es que una vez vivida la experiencia, uno habrá de guardar silencio…
Este es el misterioso Secret Cinema.


Fornidos soldados franceses exigen los papeles que avalan a uno como ciudadano europeo para cruzar la frontera. En distintos callejones del casbah, insurgentes árabes presumen sus bombas caseras. Y mientras que encantadoras azafatas de Air France coquetean con un grupo de asistentes afortunados, a otros les toca guardar silencio al verse rodeados por una boda musulmán.
Donde los sentidos mandan, las emociones obedecen. Los eventos de Secret Cinema llevan a su público, en minutos, de una ajetreada calle londinense al Argel de 1956. El por qué es sencillo: romper la cuadrada estructura de la experiencia del cine. El cómo tiene que ver con la magia, el talento y la puntería de un grupo de visionarios.
Secret Cinema nació en 2007 en la capital británica como una alternativa al ordinario y formulaico mundo de los multicines. Alrededor de la proyección de una película crearon un evento de entretenimiento que aborda al público a través de los sentidos. Los resultados hablan por sí solos: cinco años creciendo en Londres, además de proyecciones en Nueva York, Berlín y hasta Kabul.
El formato es el siguiente: una presencia enigmática en su página de Internet y distintas redes sociales; el asistente se registra y es notificado cuando arriba el próximo evento. Se paga el equivalente en libras a 500 pesos sin conocimiento alguno más que la fecha del evento. Una semana antes uno conoce la vestimenta y el punto de reunión; a partir de ahí empieza el juego de adivinanzas. Llega el día y todos y cada uno de los invitados se queda atónito ante el nivel de producción. Las locaciones, la decoración de los distintos sets, la oferta de comida y bebidas con base en la temática del lugar. Los disfraces de los asistentes se mezclan con los de decenas de actores improvisando escenas alusivas a la película al punto que uno no tiene otra opción más que dejarse llevar por el mundo que lo abraza y entrar en papel.
Después de un par de horas de agasajarse y descubrir en cada recoveco detalles únicos del happening, producto de la comunión entre asistentes y creadores, todos son conducidos a las salas donde se proyecta la película. En el caso mencionado fue La Batalla de Argel [1966], el clásico político de Gillo Pontecorvo. Mientras uno disfruta de la película, va revalorizando lo recién vivido. El estallido en blanco y negro de las bombas de la insurgencia argelina remite al evento evocado a la perfección minutos antes, que además fue aprovechado para convocar a todo el público a la sala de proyección.
Corren créditos, uno abandona el lugar y compara su experiencia con la de sus amigos; todas distintas. Un emocionado debate entre los grupos de asistentes demuestra que esto no es una “ida al cine” cualquiera. La oportunidad de sentir la trama en carne propia, yuxtapuesta a un repertorio de importantes obras cinematográficas y aunado al factor misterioso, hace que el público se vea deslumbrado por el evento.
Paranoid Park [2007], Lawrence de Arabia [1962], Alien [1979], la selección es variada y además busca siempre estar en sintonía con el mundo actual. La primavera árabe los llevo a proyectar La Batalla de Argel. Los disturbios estudiantiles a razón de la inflación exagerada en las colegiaturas universitarias se vieron reflejados en The Red Shoes [1948]. Asimismo, cuando no hay ningún tema en boga, ofrecen opciones divertidas de recrear como Ghostbusters [1986].
El cine como forma de arte lleva más de un siglo en crecimiento; el cine como formato de entretenimiento… no. De los nickelodeons en 1900 a los multicines de hoy en día los cambios son mínimos. Lo único en ascenso constante son los precios y su única preocupación real es la comodidad. La experiencia cinematográfica está encasillada y la llegada del cine en 3-D no es capaz de responder a las inquietudes de todos los cinéfilos.
En el caso de México, el proyecto “Aquí se filmó”, que ejecuta la proyección de diferentes películas en la locación real en donde se filmaron dichos largometrajes, es sin duda una alternativa para salir de las salas y expandir el formato.
Dado que el cine se vale de múltiples corrientes artísticas para hacer sus obras más valiosas, ¿entonces por qué no darle esas herramientas al público? Las instalaciones de Secret Cinema borran los límites entre el cine y el teatro, el diseño, la música o la gastronomía. Es un proyecto pionero de un entretenimiento audiovisual que saca al espectador de su rol pasivo y lo pone en juego con la escena, así como con los otros asistentes.
Para los aventureros de nuevas vanguardias, dispuestos a sacrificar la comodidad de las butacas VIP a cambio de una experiencia diferente e irrepetible, Secret Cinema es la respuesta.
Ya sea en Londres o en un futuro cercano en México (ojalá), los cinéfilos están en un momento de elegir propuestas diferentes para ir al CINE sin tener que ir al cine.

Santiago Maza


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